1Samuel 22 nos muestra a un David en sus 20 años, que se encontraba en la cueva de Adulam, huyendo del rey Saúl. Siendo jefe de unos 400 hombres: “todos los afligidos, endeudados, y que se hallaban en amargura de espíritu…” (1Sa 22:2). Mientras que en 2Samuel 5 nos encontramos con un David en sus 30 años, siendo coronado rey de Israel, con un ejército de élite conformado por los mejores guerreros de cada una de las tribus de Israel. ¿Cómo evolucionó el liderazgo de David entre esos dos escenarios? ¿Qué habilidades, destrezas espirituales y de liderazgo le permitieron estar apto luego de esos alrededor de diez años, para reinar sobre semejante complejidad de mentes y egos, durante cuarenta años?
Antes de la internet, la única manera en la que el cristiano podía vivir su fe dentro de una comunidad, era en el ámbito de la iglesia local. Asistíamos y nos congregábamos en una iglesia, donde el pastor era “todólogo” por definirlo de algún modo. De él aprendíamos la Palabra, la adoración, las finanzas, la ética y todo tema que hacía a nuestra vida en la comunidad de fe. Esto era tan así, que históricamente las iglesias se denominaban o eran conocidas con el nombre de su pastor: - yo me congrego en la iglesia de…-
Hasta hace no muchos años, el pastor se preparaba para ser el ministro de la iglesia. Este término era muy amplio, pero básicamente quería decir que estaba capacitado para poder llevar adelante toda la vida de la Iglesia.
Tenía la visión, era la persona que sabía hacia donde se encaminaría la vida de toda la Iglesia y los ministerios que en ella se desarrollarían. Tenía la máxima palabra de autoridad sobre cada asunto de la vida de la congregación. Bajo su mirada y la de su equipo se establecía el orden del culto, de la adoración, del mensaje, el manejo de las finanzas, y todo lo referente a la vida cotidiana y social de los miembros de la Iglesia.
De esta forma, quienes se acercaban a servir, eran colaboradores, que serían capacitados por el pastor en el cómo llevar adelante cada tarea, para lograr juntos el propósito deseado: servir con la mayor excelencia posible al cuerpo de la Iglesia.
A partir de la década de los ´80, algo comenzó lentamente a cambiar. Junto con toda la nueva tecnología musical, llegaron los equipos de audio. Por primera vez, ya no siempre estaría en manos del pastor el conocimiento para ecualizar graves y agudos, ambientar el volumen del salón, ¿dónde estarían los parlantes y cuantos? ¿cuándo las luces sí o no?, ¿era el humo necesario en el púlpito? El cancionero y el himnario ya no nos acompañarían más a nuestros hogares, siendo reemplazados por las letras desde el frente, para lo cual hubo que adquirir aparatos y filminas, marcadores, que fueron rápidamente cambiados por pantallas, proyectores, notebooks, programas para editar… Pocos se atreverían a decir que las letras no se leían a cierta distancia, para no ser tildados de “pasados de edad”, con lo cual tarareaban o simplemente dejaban de cantar.
Al llegar a nuestros días esta complejidad lejos de normalizarse, se profundizó. Ya que esta situación fue extendiéndose a cada una de las áreas ministeriales de la Iglesia y con cambios cada vez más vertiginosos.
¿Quién alguna vez no se compró con gran alegría una notebook, y con gran expectativa se sentó en su escritorio para abrirla luego y darse cuenta que no sabía encenderla?, ni hablar de los programas que habría que utilizar para producir los sermones, los listados, y otras tareas. Tema para otro capítulo: tecnologías de administración.
Nuevamente tomando como modelo las Iglesias de los países más desarrollados, los templos tenían que ser cada vez más grandes y mejor equipados -tecnológicamente hablando-. Aquí tenemos que hacer un paréntesis para hablar de la enorme diferencia de acceso a la tecnología que hay entre países desarrollados y el resto de Latinoamérica. Las dificultad para conseguir cada nueva tecnología y la falta de seguridad que muchos de nuestros países viven, hace difícil el cuidado de la tecnología adquirida con tanto sacrificio.
La pandemia aceleró exponencialmente el proceso de globalización virtual de la iglesia. La forma en la que los cristianos comenzaron a alimentarse espiritualmente cambió a partir de que muchas iglesias se vieron obligadas a subirse a la web como una manera de mantener viva su comunidad de fe.
Hoy se puede ver una enorme diversidad de cultos en YouTube, Rightnowmedia o bajarse las Apps de diferentes congregaciones, oír podcasts, y participar de reuniones por Zoom, Teams o Meet. Podemos ver reels en Instagram o shorts en YouTube o en TikTok y cuanta plataforma comunicacional exista o surja para continuar en contacto con la comunidad de fe.
Aún con la mejor provisión tecnológica, eso requiere ya no el manejo de cualquier miembro de la congregación, sino de profesionales en cada una de esas tecnologías. Surgen así los germinales ministerios de multimedia. Ahora ya el pastor no es quien tiene el conocimiento más profundo, sino que comienza a depender y dejarse llevar por el consejo de “los que más saben en el tema”. En sus inicios, como suele suceder fueron los jóvenes los que exploraban los equipos y comenzaban a tomar esas funciones, cosa que sucedería luego con el manejo de las redes sociales, la grabación de videos y las transmisiones por You Tube.
Nuevamente hemos de hacer la distinción, en la mayoría de las iglesias de Latinoamérica, los ministerios se llevan adelante con voluntarios, miembros no pagos que ofrendan su tiempo. Y hay que hacer esta distinción por un tema sensible, ahora quienes brindan su tiempo son profesionales en diversas tecnologías, que aman a Jesús y quieren ofrendar una parte de su tiempo para servir.
Dime qué clase de líder eres, y te diré cual será tu alcance
Hoy los pastores tienen la posibilidad de liderar a profesionales en cada área. El tema es que frecuentemente hemos visto, que los prefieren fuera de su liderazgo por considerarlos problemáticos o que no saben sujetarse. Prefieren entonces quedarse con equipos conformados por miembros más empáticos o fáciles de liderar. Terminan así conformando sus equipos con personas que no siempre tienen las habilidades necesarias, pero si tienen una actitud de sumisión que el líder necesita. Si bien esto es una elección de cada líder, y es entendible que a nadie le resulta sencillo lidiar con personas que cuestionan o poseen una autonomía mayor a la deseable, les dejamos el desafío de pensar:
Vamos hacia un mundo donde para abarcar la diversidad de tecnologías necesarias, será preciso contar con una diversidad de saberes que exceden ampliamente a un individuo.
¿Cómo piensas conformar tus equipos de trabajo?
Suelo explicarlo de este modo: Cuando un líder 7, tiene que liderar a un miembro 9, pueden suceder al menos dos situaciones:
CASO I
El miembro 9 constantemente querrá superar su propio nivel, camino a la excelencia, (las personas 9 y 10 encuentran diversión en superar sus propios límites al lidiar con desafíos -como es el caso de Eliseo cuando le pide a Elías una doble porción de su espíritu en 2 Reyes 2:9-). En casos así, el líder 7 se agotará tratando de transformar a ese miembro 9 en un miembro 7. Mientras que el miembro 9 intentará estirar a su líder, para que le permita alcanzar un nivel aún mayor. El resultado será que el miembro 9 quedará fuera del equipo y se irá frustrado o herido.
En este caso el líder 7 sólo tendrá a su alrededor miembros 6, 5, 4, 3, 2 y 1. Y ese será todo su alcance. El equipo entero no pasará de ser un 7.
CASO II
Si el líder 7 tiene la grandeza suficiente (y la seguridad del rol que ocupa), buscará rodearse de miembros 7, 8, 9 y 10, porque sabe que con ellos, el alcance de su ministerio será muy superior a si mismo. Encontrará los recursos necesarios para hacer que esos miembros se sientan gustosos de trabajar con él y generará un ambiente de sinergia, donde todos tendrán la oportunidad de servir al cuerpo de Cristo con sus dones y saberes, y el alcance de su ministerio será enorme.
Por primera vez el alcance del pastor ya no dependerá tanto de su saber, sino de su liderazgo espiritual. La magnitud de su ministerio estará dada por su capacidad para liderar a personas que tendrán saberes mucho más específicos que los de él. Esos profesionales tienen algunas características diferentes al resto de la congregación. No estamos hablando del corazón de quién se acerca a servir a un ministerio. Por supuesto que servicio es entrega a Jesús. Aunque a la vez, estamos hablando de la Iglesia, con lo cual esos profesionales tendrán que compartir un mismo Espíritu, porque de lo contrario sólo estarás haciendo marketing en lugar de evangelismo…
Ejemplifiquemos el tema: el típico caso de cuando algún líder pide: -hagan un videíto!-, sin tener en cuenta que cuanto más sintético y de mejor calidad sea el material que se entrega, mayor será su tiempo de producción, guionado y edición para llegar a esa síntesis. Largas horas que un miembro del equipo dedicará para un video que no dure más de tres minutos. Saberes que acumuló a lo largo de años de estudio y dedicación.
Podemos llevarlo a la adoración, cuando el líder pide a un músico profesional que arme las partituras para cada instrumento de un culto, -tarea que puede llevar unas cuantas horas de trabajo-, para lo cual este músico pone a disposición todo su saber y buen gusto al armonizar en ese trabajo de partituras, los diferentes instrumentos.
Ahora, de la actitud del líder dependerá que todo este trabajo llegue a buen fin o se desperdicie. ¿Cómo? No son pocas las veces en que el video queda sin pasar porque no hubo un buen orden del culto y no hubo tiempo para pasarlo, o porque quienes se encontraban a cargo de los equipos se olvidaron de pasarlo y el video era para una fecha límite.
En el caso de las partituras, quizás el líder de adoración tendrá en algún ensayo que decidir si van a seguir las partituras o se dejarán guiar por la improvisación, ya sea porque la mayoría del grupo no sabe leer música o porque no se tomaron el trabajo de estudiar las partituras.
Carey Nieuwhof, en su escrito sobre “Iglesia del futuro 8 tendencias de la iglesia a tener en cuenta en 2023”, prevé que la crisis de voluntarios pasará de ser aguda a crónica. Es por esto que es necesario que como pastor te prepares no solo para pedir, sino para dimensionar la tarea que pides, y comprender las implicancias de tomar decisiones apresuradas.
En todos los casos las decisiones son difíciles. La pericia del líder para dirimir estos temas, será crucial para retener a los miembros profesionales dentro de sus equipos.
La enorme diversidad de saberes ha llevado a la humanidad a la especialización de los mismos. Hace tres décadas, quien tenía un estudio secundario podía acceder a un excelente trabajo, hace una década, los puestos de jefes y gerentes ya necesitaban de un título terciario y ahora, los puestos directivos requieren maestrías, doctorados y en algunos casos más de una carrera. Así lo han entendido las universidades que en muchos casos han realizado la doble titulación para mejorar la performance de quienes haciendo algunas materias más, logran dos títulos terciarios.
¿Por qué tener en cuenta esto es importante para pastores y líderes? Porque el alcance de sus ministerios de aquí en más, en una medida importante, estará dado por la composición de sus equipos. Al conocido dicho de: “yo no preciso saberlo todo, sólo necesito saber el teléfono de quien lo sabe”, habrá que agregarle: lo que si he de saber, es cómo tratar a esa persona para que quiera ofrendar con gusto su tiempo.
Hay otro peligro velado además en todo esto, generalmente las nuevas tecnologías son manejadas por personas jóvenes, quienes en un primer auge de las mismas dejaron de lado a los adultos que venían llevando adelante esas tareas o ministerios. Si bien es algo frecuente en la historia de la humanidad, el que los jóvenes quieran abrirse paso y hasta es lógico y sano, lo real es que la fuerza de un equipo reside al igual que en la familia, en el aporte de cada miembro. El joven brinda su fuerza y su adaptabilidad a las nuevas tecnologías, pero en el adulto mayor reside el conocimiento de los años de vivencias y la mirada amplia de los escenarios.
Ya sea que seas un líder joven o adulto, la riqueza de tu liderazgo residirá en tu adaptabilidad para liderar miembros de diferentes personalidades y perspectivas. Un equipo intergeneracional. Cuanta mayor diversidad de saberes, más amplio será el alcance que el equipo de ese ministerio podrá abarcar.
«Ahora, oh Señor mi Dios, tú me has hecho rey en lugar de mi padre, David, pero soy como un niño pequeño que no sabe por dónde ir. Sin embargo, aquí estoy en medio de tu pueblo escogido, ¡una nación tan grande y numerosa que no se puede contar! Dame un corazón comprensivo para que pueda gobernar bien a tu pueblo, y sepa la diferencia entre el bien y el mal. Pues, ¿quién puede gobernar por su propia cuenta a este gran pueblo tuyo?»
1Reyes 3:7-9