"Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás ni la llama arderá en ti". Isaías 43:2 (RVR95)
¿Has pasado alguna vez por tiempos de gran incertidumbre, donde te levantas y no sabes bien cómo o por dónde continuar tu camino?
Me gusta comparar la vida con accidentes geográficos, porque la imagen del cristiano perfecto, cabal, correcto, focalizado y yendo a la plena concreción de su propósito, no siempre es tan así. Si bien esa tiene que ser nuestra meta, el camino casi nunca es rectilíneo.
¿Puedes encontrarte en alguna de estas situaciones?
Mesetas: tiempos en los cuales parece que nada sucede.
Valles: donde todo está bien y puedes tomar respiro y planear a futuro, regocijarte y disfrutar.
Montañas: donde tendrás que poner tu mayor esfuerzo para llegar a la cima, pero una vez allí, habrás crecido y fortalecido, pudiendo ver con más claridad tu futuro.
Volcanes: ¡donde todo en tu vida pareciera que está por estallar por los aires!
Desiertos: donde te encuentras sólo. Pareciera que hasta ahí llegaste, y morirás sin poder llegar a la tierra prometida. Tiempos donde lees la biblia y no la puedes aplicar a tu vida, donde te es difícil oír o comprender la voz de Dios.
Mares: ante los cuales tienes que tomar coraje y atravesar, para llegar a destino.
Pantanos: situaciones en las que parece quedarás atrapado sin salida.
Costas: frente a océanos infinitos donde puedes ver claramente la mano de Dios en tu vida, respirar profundamente aire limpio y descansar reconociendo que siempre, siempre Dios tiene el control.
Y todos los que se te ocurran continuar agregando a la lista, de acuerdo con el momento que te encuentres atravesando.
Tengo dos grandes compañeros de ruta para esos momentos: son dos cuadernos.
Un cuaderno es para cartas donde vuelco mi corazón a Jesús. No escribo muy frecuentemente, sólo cuando siento que ya mi corazón necesita estallar (y yo sé por experiencia que no hay un lugar más fructífero donde estallar, que a los pies de mi Cristo).
Con el tiempo aprendí que no tengo que estar “perfectamente santa” para ir a los pies de Dios, y que no es bueno para mi tratar de resolver las cosas sola. Si estás enojado, si hay cosas que no te gustan o comprendes, con las que no estás de acuerdo, Jesús no tiene problemas conque discutas con él. De hecho es lo que dice Isaías 1:18 (NVI)
“El Señor dice:
«Vengan, vamos a discutir este asunto.
Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo,
yo los dejaré blancos como la nieve;
aunque sean como tela teñida de púrpura,
yo los dejaré blancos como la lana”.
Algo sucede al escribir, el esfuerzo de poner en palabras lo que sientes hace que las cosas se aclaren en tu mente. Pasan de ser emociones turbulentas a transformarse en palabras que expresan necesidades, frustraciones, obstáculos “imposibles”, limitaciones, alegrías, metas que quieres alcanzar y sueños que no te atreverías a contarle a nadie, que al tratar de describirlas, cobran forma en tu mente.
Y el otro cuaderno es de uso diario y está dividido en dos partes. Una donde muy brevemente en dos o tres renglones anoto lo más destacado que me pasó ese día, y otra, donde escribo cada ansiedad, necesidad y pedido con fecha al lado. Esta es la sección motor, porque es mi lista de oración. Cada día, una o dos veces al día comienzo a leerlo y eso me lleva a orar y repasar mi lista delante de Jesús.
Al pasar los años, cuando releo, suceden dos cosas:
Primero, puedo ver la muy amorosa mano de Dios en mi vida, en cada aspecto, pequeño o inmenso, espiritual o vanal, en cada detalle está Cristo. Y esto hace que en tiempos de batalla mi fe cobre ánimo y crezca.
Segundo: Cuando veo la enorme cantidad de cosas que me atreví a vivir en Cristo y hoy son realidad, me inspiro, tomo coraje y voy por más.
La palabra de Dios nos anima al decir:
“ Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito”. Proverbios 16:3 (NTV)
Lo único constante en la vida son los cambios, y para la ansiedad que esos cambios presentes o futuros nos generan, la única respuesta es Cristo.
Si hoy estas paralizado ante la incertidumbre de estos tiempos, quizás sea el momento para que tomes una hoja de papel y comiences a escribir, abriendo tu corazón a Jesús en oración. Para que puedas experimentar que si pones todo a sus pies, él te guiará a tierra firme, aunque todo a tu alrededor sea tormenta. Por tu bien, va a calmar aguas, y ningún incendio te tocará, por más solo y confuso que hoy te sientas.
Anímate a soñar delante de Dios y prepárate para recibir grandes cosas de él.
Has todos los cambios que necesitas hacer en tu vida, para que cuando la ocasión se presente (y va a suceder), te encuentre totalmente preparado para aprovecharla al máximo.
Muchos pueden llamarlo “suerte” pero a mi me gusta como lo dice la Biblia en Proverbios 16:33 (NTV)
“Podremos tirar los dados,
pero el Señor decide cómo caen”.
En Cristo podemos atrevernos a soñar un futuro sin límites, ya que él es el Señor de todo. Eso sí, a mayor sueño, mayor disponibilidad de parte nuestra, mayor esfuerzo, y el ejercicio de todos los frutos del Espíritu Santo, pero esto, ya es para otra charla…
"Señor Jesús, toda mi vida está delante tuyo, no te escondo nada, ordénala. Dame la fuerza que necesito para cambiar todo aquello que no esté de acuerdo a tu voluntad. Tu tienes mi futuro planificado y yo quiero sólo tu voluntad para mi vida. Te amo Jesús".