“…siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…” Proverbios 24:16
“Él [Dios] da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”. Isaías 40:29
¿Cómo te llevas con el fracaso?
Puede parecerte inapropiada mi pregunta, pero de tu respuesta se desprenderá cómo enfrentas tu futuro.
Alguna vez te pusiste a pensar ¿cuándo fue que comenzaste a ser cauto al salar una comida? ¿No fue luego que le echaste tanta sal a algo que quedó imposible de comer?
Cuando comenzaste a andar en bicicleta, ¿lo hiciste perfecto desde el comienzo?
¿Cómo aprenden a caminar los bebés? Se caen, se levantan. Se caen, se levantan…. Casi toda nuestra enseñanza está basada en prueba-error-aprendizaje y así hasta que nos sentimos satisfechos con el logro.
Algunos fracasos duelen más que otros o son más dificultosos de superar, pero a menos que te hagas a la idea de que el fracaso va a ser parte de tu vida para lograr todo lo que te propongas, y lo tomes como una oportunidad para salir de él más fortalecido, más crecido, con más conocimiento, no te animarás a emprender casi nada con tal de no pasar por ese proceso.
Estás comenzando un emprendimiento, o cursando una carrera o iniciando una relación, puedes enojarte conmigo, pero tienes que saber que vas a experimentar fracasos.
Nuestra forma de ser exitistas (tal vez por la inundación de falsos ejemplos en las redes sociales), hace que pensemos que logar algo tiene que resultarnos sencillo, rápido, tenemos que ser “naturales”. Si algo comienza a requerir esfuerzo, eso quiere decir que no tenemos el “don”. Si tenemos que esforzarnos o hacer cambios en nuestra vida para lograr un objetivo, es que eso de repente, ya no vale la pena, no es para nosotros.
Cuando en realidad, es todo lo contrario. Todo lo aquello que consideres “valioso”, requerirá de tu esfuerzo. De tu atención. De tu dedicación. De tu aprendizaje y formación. Tendrás que estar dispuesto a priorizar las cosas de modo tal que puedas hacer de aquello que te propones lograr, tu prioridad.
Piénsalo de este modo, si todo se te diera por regalo, que tendría en especial para ti alcanzarlo? ¿No es en realidad el esfuerzo, el riesgo, la garra que le pones a lo que quieres, lo que hace que puedas luego disfrutarlo como algo único?
La sola idea de intentar algo y aún así poder fracasar, es el mayor temor al que te puedes enfrentar, y de no superarlo es posible que no te animes a ir por nada que sea realmente importante para ti.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” dice Filipenses 4:13
Es tiempo que dejes el pensamiento mágico de que si algo es para ti, tiene que ser fácil, o sin esfuerzo, y te animes a desarrollar y poseer todo lo que Dios ya te dio, el día que lo aceptaste como tu Señor y Salvador.
Entonces, la próxima vez que intentes algo y no te salga puedes decir sin ninguna vergüenza, “fracasé”, pero jamás pienses o digas: “Soy un fracaso”.
Decir fracasé, significa una acción puntual, algo que podrás remediar con esfuerzo y aprendizaje, pero decir soy un fracaso, es definir tu identidad.
Y tu ADN, tu identidad es que eres Hijo de Dios, comprado con la sangre de Jesucristo.
Dios te ha dejado promesas eternas en su palabra, búscalas y repítelas en voz alta.
Te dejo una, y te animo a que busques muchas más en la Biblia:
“Si escuchas los mandatos del Señor tu Dios que te entrego hoy y los obedeces cuidadosamente, el Señor te pondrá a la cabeza y no en la cola, y siempre estarás en la cima, nunca por debajo”. Deuteronomio 28:13
“Señor Jesús, desarrolla en mi, el carácter que me permita lograr todo aquello que Tu ya me has dado. Te amo Jesús”.