“…Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza”. Filipenses 4:8 (NTV)
Cuando no te sientes valorado o reconocido, duele. Es muy duro cuando te esfuerzas en dar lo mejor de ti y en lugar de recibir un “gracias” eres ignorado, destratado o rechazado.
Pero el mayor daño sólo te lo puedes hacer tu, cuando permites que las opiniones de otros se transformen en lo que tu crees de ti mismo. Si te alaban, eres un genio, pero si te ignoran o te rechazan, entonces no vales nada.
Hoy la ciencia estudia y redescubre lo que ya hace más de 2000 años Dios nos dejaba en Proverbios 18:14:
“El ánimo del hombre soportará su enfermedad pero, ¿quién soportará al espíritu abatido?”
Mario Alonso Puig, cirujano y estudioso de la inteligencia y la cognición humana, dice: Nuestro estado de ánimo afecta nuestro vivir, la forma en la que miramos nuestro entorno. Afecta la percepción, las relaciones, nuestra salud, afecta a todo en nuestra vida.
Entonces ¿qué pasa si tu estado de ánimo se basa en el reconocimiento de los demás hacia tu actuar? vives asustado, angustiado, resentido, desesperanzado, con una sensación creciente de que no das la talla en nada de lo que haces.
Cuando te dejas llevar por emociones destructivas, “de que no hay salida, de que yo no puedo, de que haga lo que haga todo va estar igual”, le pones a tu físico un peso tan grande que parecería como que te bloqueas. La mente del ser humano es una mente lingüística, el lenguaje no solo describe la realidad sino que la genera, por eso es tan importante lo que sale de tu boca.
Proverbios 18:20 (NVI) dice: “Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla” [si nos decimos mal, más que saciarnos, nos indigestamos].
¿Qué cosas te estas diciendo últimamente en ese diálogo interno que permanentemente todos tenemos?
¿Qué pasaría si mañana al despertar, en lugar de pensar en lo duro y difícil del día que esperas tener, levantándote ya vencido corporal y emocionalmente, te miras al espejo y te saludas con una hermosa sonrisa, diciéndote: - Hola lindo, qué bueno que juntos podamos afrontar este día en la expectativa de dar lo mejor y recibir lo mejor de Cristo!-
Y pones tu cuerpo como esperando recibir lo mejor de ese día, sabiendo que Dios te regaló a su Espíritu Santo como paráclito, (aquel que consuela o conforta, el que alienta y reanima, el que revive, el que intercede en nuestro favor como un defensor en una corte).
¿Qué pasaría si en lugar de esperar que otros te reconozcan, comienzas reconociéndote a ti mismo? Si ante una situación injusta, eres el primero en agradecerte y decirte todo lo bueno que esperabas que otros te dijeran?: - Estoy orgulloso de lo mucho que te esmeras en hacer lo mejor. Te agradezco porque te esforzaste en cada detalle, cada momento, porque no desmayaste, sino que diste lo mejor de ti cada día, sin importar tu cansancio.-
Desde hace mucho tiempo ya, cuando paso por situaciones así, salgo, busco una florería y me regalo la mejor rosa que encuentro, la pongo cerca mío, donde pueda verla a menudo. Es mi recordatorio de que no dependo del reconocimiento de otros (si bien es bueno tenerlo). Dios me dio la capacidad de amarme con Su amor, con humildad y sin arrogancia, pero con la certeza de que no importa las circunstancias mi Padre Celestial ve mi esfuerzo, me ama, me reconforta y me va a levantar. Muchas veces las lágrimas se mezclan con la mejor sonrisa que me brindo en el espejo, entonces, es bueno tener a mano palabra de Dios. Te dejo dos de mis versículos favoritos, para decirte:
“El Señor te pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos del Señor tu Dios que hoy te mando, y los obedezcas con cuidado”. Deuteronomio 28:13(NVI)
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:13 (RVR1960)
“Señor Jesús, enséñame a verme como tu me ves, a quererme como tu me quieres, a tratarme con la ternura que tu me tratas. Te amo Jesús, amén”.