"Lo que decimos y lo que nos dicen" Parte II: Declaraciones

Escrito el 24/05/2021
Alejandra Bouchard

“[dijo Jesús] - De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré-“. Juan 14: 12-14


Frecuentemente oímos declaraciones que se hacen con liviandad: “te quiero”, (cuando luego no se comportan en consecuencia). O hacemos declaraciones de las que luego no nos hacemos cargo “yo me comprometo a.…” (y luego nos excusamos o simplemente, nos borramos). Proverbios 10:19 (RVR1960) dice: “En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente”.

Cuando hacemos declaraciones, generamos un mundo nuevo para nosotros y para otros involucrados.  A partir de una declaración, la palabra crea una nueva realidad. Después de pronunciada, el mundo ya no es el mismo de antes, sino que ha sido transformado por el poder de lo dicho.

Como cuando el juez dice: “los declaro marido y mujer”, cuando un profesor dice: “aprobado”, o cuando un árbitro dice: “fuera!”, en todos estos casos, el mundo es diferente después de cada declaración.

Las declaraciones se diferencian de las afirmaciones [semana 20], en que quien las dice debe tener la autoridad de hacerlas cumplir. Esta autoridad puede provenir de la fuerza o habernos sido concedida por una autoridad superior.

Las declaraciones no son falsas o verdaderas como las afirmaciones. Son válidas o inválidas según la persona que las hace, quien tendrá que tener el poder (propio o delegado de una autoridad superior).  Un ejemplo de declaración inválida es la que encontramos en el relato de  Hechos 19:13-15 (DHH): “Pero algunos judíos que andaban por las calles expulsando de la gente espíritus malignos, quisieron usar para ello el nombre del Señor Jesús; así que decían a los espíritus: «¡En el nombre de Jesús, a quien Pablo anuncia, les ordeno que salgan!»… el espíritu maligno les contestó: «Conozco a Jesús, y sé quién es Pablo; pero ustedes, ¿quiénes son?»”.  

Una declaración implica un compromiso distinto del de las afirmaciones, cuando declaramos, nos comprometemos a comportarnos coherentemente con la nueva realidad que hemos declarado.

La declaración del NO, incluye una declaración de BASTA!, es decir que nos negamos a continuar con un proceso con el cual no estábamos de acuerdo.

Cuando declaramos SI! y luego actuamos sin consecuencia, eso compromete nuestra identidad y nuestra reputación. Por eso la Biblia nos dice: “Cuando ustedes digan -sí-, que sea realmente -sí-; y, cuando digan -no-, que sea -no-. Cualquier cosa de más, proviene del maligno”.  Mateo 5:37 (NVI)

La falta de una declaración de gratitud: GRACIAS! puede comprometer una relación y además cancelar una nueva ayuda de parte de los demás ante nuestra falta de reconocimiento. La Biblia nos enseña: “Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús”. 1 Tesalonisenses 5:18 (NTV).

Los Hijos de Dios tenemos poder delegado de Jesucristo para realizar declaraciones poderosas que modifiquen nuestra vida, nuestra realidad, nuestro futuro y el de nuestros amados. 

Jesús ya hizo su parte al haber vencido al diablo eternamente en la cruz del Calvario, pagando el precio de su preciosa sangre para darnos a cada uno de nosotros salvación eterna. Y nos delegó Su Poder en Su Palabra al decirnos: “Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño”. Lucas 10:19 (NVI).

Que esta semana puedas buscar en oración qué declaraciones es necesario que hagas en tu vida para modificar tu realidad, haciéndote luego cargo de vivirlas.


“Señor Jesús, dame fe y convicción de Tu Palabra, para atreverme a declarar sobre mi vida todo aquello que ya me diste junto con tu salvación. Gracias por tu amor Señor. Te amo Jesús, amén”.